Hay quien busca el Yoga en el extranjero, en
la India, en el Himalaya o en lugares fascinantes...
Lo cierto es que no hace
falta irse tan lejos.
Quédate donde estás, pues el viaje empieza en ti y la
búsqueda culmina en ti. Nada hallarás fuera de ti que no se encuentre dentro de
ti.
Espiritualidad deriva de «espíritu». El espíritu es
algo inmaterial que no puede ser percibido mediante los
sentidos físicos. El espíritu es «el principio de vida» que mora en lo más
profundo de nosotros mismos, nuestra más pura esencia.
El Yoga enseña a desarrollar la inteligencia
espiritual del ser humano entendiéndola como capacidad de adaptación afectiva
sentimental y anímica de un individuo a su entorno. Esta capacidad de
adaptación espiritual permite al yogui sobrellevar sentimientos y situaciones
que a otras personas les resultarían insoportables.
El yogui como cualquier practicante de yoga aprende
a sentir. Comienza a entender y aprender que él no sólo es lo que piensa o cree
(mente) o lo que a su vez hace mediante actos (cambios físicos del mismo cuerpo
y de las cosas que lo rodean: acciones). El yogui comienza a entender que su
espíritu es lo que él mismo siente. Y comienza a saber que es más importante
Ser que Tener. Es más importante ser médico, actor o profesor de yoga que tener
un título de médico, actor o profesor de yoga. Es más importante ser feliz que
tener cara de felicidad. Porque la felicidad nunca se tiene, siempre se logra
cuando se es feliz. La libertad es poder ser, porque el tener es siempre
pasajero. Para ser uno mismo uno debe aprender a ser. Y para aprender a ser,
uno debe comunicarse con su ser interior, con sus sentimientos, pasiones y
anhelos, con sus afectos y estados anímicos. Nuestro mundo afectivo es nuestro
Espíritu. Si decimos que la inteligencia espiritual del ser humano es la
capacidad de adaptación afectiva, sentimental y anímica de un individuo a su
entorno, el Yoga como ninguna otra ciencia, nos permite trabajar en la
inteligencia afectiva (capacidad de entender y adaptarse a los sentimientos y
afectos de los otros) así como con la inteligencia emocional (capacidad de
entender y adaptar las emociones a nuestro ser).
La Finalidad del Yoga no es integrar
psicofísica-espiritual al ser humano, la finalidad del Yoga no sólo es la
integración social y eto-ecológica del individuo. La finalidad del Yoga hace
5000 años es el Samadhi, esa experiencia de Plenitud existencial que nos
integra con Dios, el Universo o el Todo. Y esa experiencia sólo se logra con la
educación espiritual y cuando decimos educación espiritual, no nos referimos a
educación religiosa ni a religiosidad. Ser espiritual no significa ser
religioso y ser religioso no ciertamente significa ser espiritual. Nos
referimos a que el espíritu y la espiritualidad se pueden transitar desde el
mismo arte; pocas cosas son tan espirituales como el arte. El arte es la
expresión de espíritu. El arte expresa nuestros sentimientos. Si entendemos
esta visión podemos comprender como un asana o postura de yoga puede llegar a
ser espiritual simplemente por la actitud (predisposición a un acto).
La filosofía del Yoga nos enseña que se debe
cuidar el cuerpo, al considerarlo el Templo del espíritu, a través del control
inteligente de la mente. Swami Maitreyananda, menciona que su maestro, Swami Vishnu Devananda en su libro
del Yoga expresa: “EL Hatha Yoga, concede especial atención al cuerpo físico,
que es el vehículo de la existencia y actividad del espíritu; la pureza de la
mente no es posible sin la pureza del cuerpo en el que funciona y por el que se
ve afectada”